Para ciertas personas, la preparación para la universidad puede comenzar en un tubo de ensayo, y eso preocupa mucho a los especialistas en ética
Imagínese que le proporcionaran un tratamiento de fertilidad gratuito, y también una prueba de ADN para evaluar cuál de esos pequeños embriones de FIV (Fecundación In Vitro) tiene más posibilidades de entrar en una de las mejores universidades.
¿Aceptaría realizar esa prueba?
Si la respuesta es afirmativa, usted coincide con el 40% de los estadounidenses que declararon a los encuestadores que era más que probable que se hicieran la prueba para escoger a los embriones de FIV por su aptitud intelectual, a pesar de las críticas de los especialistas en ética y científicos genéticos, que creen que es una mala idea.
Esta encuesta de opinión, publicada en la revista Science fue realizada por economistas y otros investigadores que creen que el fuerte apoyo a las pruebas con embriones significa que EE UU debería darse prisa y establecer una normativa para esta tecnología.
Para poner los resultados en contexto, el porcentaje de personas encuestadas que pondrían a prueba los embriones en busca de su posible inteligencia es similar a la proporción de los estadounidenses que afirman que considerarían un vehículo eléctrico como su próxima compra de automóvil.
“No creo que esto sea bueno, me preocupa. El mayor riesgo es no decir nada y dejar que se desarrolle en contra de un sistema regulatorio y de mercado de laissez-faire”, admite Michelle N. Meyer, profesora de Bioética en Geisinger Health System (EE UU) y coautora del informe.
Genomic Prediction, una empresa de EE UU, ya está comercializando sus pruebas de predicción embrionaria, pero hasta ahora solo ofrece puntuaciones sobre la probabilidad de que un niño desarrolle enfermedades comunes, como esquizofrenia o diabetes, durante su vida. La compañía asegura que no ofrece la puntuación de aptitud educativa ni tiene planes de hacerlo.
Los especialistas llevan tiempo expresando su preocupación sobre las pruebas predictivas de embriones. Por ejemplo, el año pasado, la Sociedad Europea de Genética Humana las calificó como una “práctica no comprobada y poco ética”, y sugirió prohibirlas hasta que se desarrollara una regulación sobre el uso de estas tecnologías.
Uno de los problemas sobre estas pruebas es que será difícil demostrar que funcionan. Por ejemplo, pasarían décadas antes de que alguien pudiera comprobar si se predijo con exactitud el riesgo para la salud de un recién nacido. Meyer cree que la Comisión Federal de Comercio de EE UU debería vigilar de cerca las afirmaciones publicitarias de las empresas.
Si las pruebas funcionan, también sería un problema, según Meyer y los coautores del informe, entre los que se encuentran el genetista Patrick Turley y el economista Daniel J. Benjamin. Apuntan a que las pruebas con embriones podrían “empeorar las desigualdades [sociales] existentes”. Por ejemplo, si solo las personas de ciertos grupos socioeconómicos las utilizaran para tener una descendencia más saludable, alta o inteligente.
“En el futuro previsible, y quizás para siempre, esta tecnología solo estará disponible para personas adineradas o privilegiadas. En la medida en que esto tenga un impacto y dé un impulso a cualquier descendencia, [esto] no es algo que vaya a ser igual de accesible para todos. Así como la riqueza se hereda, esto se hereda también. Podríamos imaginar un mundo donde se extienda a lo largo de las generaciones y ayude a agravar las brechas socioeconómicas”, resalta Meyer.
Logro educativo
La nueva encuesta comparó la voluntad de las personas para mejorar las perspectivas de sus hijos de tres maneras: mediante cursos de preparación para el SAT (Scholarship Aptitude Test), o examen de admisión en las universidades de EE UU), pruebas con embriones y edición genética de embriones. La encuesta encontró cierto apoyo, incluso para la opción más radical: la modificación genética de los niños, que está prohibida en EE UU y en otros países. Alrededor del 28% de los encuestados admitieron que probablemente lo harían si fuera seguro.
“Son resultados importantes. Demuestran la existencia de una brecha entre las actitudes negativas de los investigadores y profesionales sanitarios, y las actitudes de la sociedad en general”, opina Shai Carmi, genetista y estadista de la Universidad Hebrea de Israel, que estudia la tecnología de selección de embriones.
Los autores de la nueva encuesta están lidiando con las consecuencias de la información que han descubierto a través de una serie de estudios cada vez más amplios para localizar las causas genéticas de los rasgos sociales y cognitivos humanos, incluida la orientación sexual y la inteligencia. Eso incluye un informe, publicado el año pasado, sobre cómo las diferencias de ADN entre más de 3 millones de personas se relacionan con su avance escolar. Es decir, un resultado de la vida que se correlaciona con la inteligencia de una persona.
El resultado de dicha investigación es la llamada “puntuación poligénica”, una prueba genética que puede predecir a partir de los genes si alguien tendrá más o menos probabilidades de ir a la universidad, entre otras cosas.
Por supuesto, los factores ambientales son muy importantes y el ADN no es el único condicionante. No obstante, las pruebas genéticas son predictivas. En la encuesta, los investigadores explicaron a los encuestados que tuvieran en cuenta que alrededor del 3% de los niños irían a una de las 100 mejores universidades. Al elegir uno de los diez embriones de FIV con la puntuación genética más alta, los padres aumentarían al 5% esa posibilidad para su hijo.
Puedes seguir leyendo el reportaje completo aquí, en este enlace: https://www.technologyreview.es/s/15087/los-padres-aceptarian-elegir-embriones-para-que-su-hijo-sea-el-mas-listo
Este artículo fue publicado originalmente en MIT Technology Review.
El autor del texto originario es Antonio Regalado, y la traducción al español fue realizada por Ana Milutinovic.