Un estudio reveló que los hombres y las personas que sufrieron la enfermedad de forma grave tenían más probabilidades de desarrollar la afección en el plazo de un año. Pero los datos no prueban que el coronavirus provoque diabetes.
Las personas contagiadas de coronavirus son mucho más propensas a que se les diagnostique diabetes tipo 2 en el año siguiente a su infección, en comparación con las que no han estado expuestas al virus, según informó el 18 de abril un grupo de investigadores de Canadá.
Los hombres son más propensos a desarrollar diabetes que las mujeres, según los científicos. Las personas que estaban tan enfermas que fueron hospitalizadas tenían más del doble de probabilidades de que se les diagnosticara diabetes, en comparación con las que no se habían contagiado.
Los investigadores también descubrieron que las personas ingresadas en cuidados intensivos tenían más del triple de probabilidades de desarrollar diabetes. Los resultados se suman a un creciente número de pruebas sobre los efectos a largo plazo de la COVID-19.
“Sin duda, se trata de un motivo de preocupación en cuanto a los resultados a largo plazo”, afirmó Naveed Z. Janjua, autor principal del estudio y profesor de la Escuela de Población y Salud Pública de la Universidad de Columbia Británica.
“Con una infección respiratoria, solemos pensar: ‘Siete u ocho días y ya está’”, añadió Janjua. “En este caso estamos viendo efectos persistentes que son para toda la vida”.
El estudio, publicado en JAMA Network Open, usó un gran conjunto de datos de Columbia Británica para comparar los diagnósticos de diabetes entre más de 125.000 individuos que habían dado positivo a COVID-19 en 2020 y 2021 con los de más de 500.000 individuos no expuestos durante el mismo periodo.
Las vacunas contra la COVID-19 estuvieron disponibles en diciembre de 2020 y la mayoría de los participantes en los grupos expuestos y no expuestos no tenían un esquema de vacunación completo.
Más de una decena de estudios han analizado la relación entre la COVID-19 y la diabetes, y la mayoría ha informado un aumento del diagnóstico tras los contagios, así como de un mayor riesgo para los hombres y las personas que padecieron la enfermedad grave.
No obstante, los resultados no prueban que la infección provoque diabetes. Los expertos señalan que es posible que, por ejemplo, los pacientes que se recuperan de COVID-19 tengan más probabilidades de que se les diagnostique diabetes simplemente porque han recibido una atención más habitual.
Sin embargo, hay explicaciones biológicas plausibles de una relación entre ambas afecciones, comentó Pamela Davis, profesora de Medicina de la Universidad Case Western Reserve de Cleveland, coautora de un comentario que acompaña al estudio.
“Es razonable preguntarse: ‘¿Se trata de un aumento real o solo es algo que acelera la aparición de la diabetes que de todas maneras se estaba gestando en las personas, pero se les adelantó?”, dijo Davis en una entrevista.
“Pero incluso si es solo una aceleración, va a ser costoso”, añadió. “El sufrimiento humano, el riesgo de complicaciones en los ojos, los vasos sanguíneos, el corazón, los riñones, los días de productividad y trabajo perdidos… todo eso se va a acelerar. Eso me preocupa”.
Según Davis, el coronavirus infecta las células beta del páncreas que producen insulina y provoca la muerte celular. Estas células están salpicadas de los receptores ACE2 que el virus utiliza como vía de entrada.
“Si pones las células beta del páncreas en una placa de cultivo, el virus va a infectar ávidamente estas células y las va a destruir”, afirmó.
El estrés también influye en el desarrollo de la diabetes, y la respuesta inflamatoria que acompaña a la COVID-19 se ha relacionado con la destrucción de las células beta. Las personas con COVID-19 grave también pueden producir anticuerpos que atacan al propio organismo del paciente.
Otras infecciones virales también se han asociado al desarrollo de la diabetes, según Janjua, cuya investigación antes de la pandemia se centraba en la hepatitis.
“En el caso de la hepatitis C, tenemos pruebas fehacientes de que la infección se asocia a un mayor riesgo de diabetes, así como a resultados cardiovasculares y muchos otros resultados sistémicos incluso fuera del hígado”, señaló Janjua.
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