El cerebro es un órgano misterioso. Todo lo que ocurre en el mismo es difícil de entender y somos muy conscientes de que todavía hay mucho por descubrir. Un nuevo estudio, por ejemplo, habla de cómo han descubierto que el cerebro utiliza el umbral de los límites de la realidad para saber si lo que vemos es real o no.
Desde la University College de Londres querían saber cómo puede ser que nuestro cerebro entienda con un simple vistazo, si algo que vemos es real o no. Para ello han hecho una investigación en la que han utilizado lo que denominan como una barrera que marca los límites de la realidad. En ella es donde el cerebro hace todos sus juicios, y los lleva a cabo en cuestión de segundos.
Ciencia e imaginación
La especialista Nadine Dijkstra es quien se ha ocupado de llevar a cabo este estudio, mencionando que llegó a esta idea mientras se enfrentaba al aburrimiento al que le había sometido la pandemia. Las investigaciones que tenía en marcha tuvieron que pararse y comenzó a pensar en muchas cosas. Se le pasó por la cabeza el investigar acerca de la imaginación. Leyó decenas de estudios y montones de documentos relacionados hasta que llegó a un trabajo que le causó mucho interés. Se trataba del estudio que había hecho la psicóloga Mary Cheves West Perky en el año 1910.
Su investigación, mucho más avanzada para la época de lo que se podría haber imaginado, inspiró a Dijkstra a seguir trabajando con algunas de esas ideas. Trabajando con varias personas voluntarias, Perky hizo una serie de pruebas en las que les dijo que imaginaran una serie de frutas mientras miraban una pared en blanco. Solo tendrían que haber imaginado la fruta, pero la científica fue proyectando unas imágenes muy débiles de esas mismas frutas.
Nadie pensó que estaban viendo algo real, pero reconocían que la imagen que se habían imaginado la veían con una alta nitidez. Llegaron a la conclusión de que esas imágenes «imaginadas» podrían haberlas considerado reales si no hubieran estado pensando en que las estaban creando con su imaginación. Por supuesto, el trabajo de Perky fue tan importante que se llegó a denominar como el «efecto Perky», convirtiéndose en un importante descubrimiento en el estudio de la forma en la que el cerebro trabaja con la imaginación.
Una nueva prueba moderna
Cuenta Dijkstra que, a lo largo de las décadas, se han intentado hacer muchas réplicas del experimento original de Perky, pero que la mayoría de ellas han fracasado. Los motivos se han encontrado en la forma en la que se han puesto en práctica, notándose fallos en el procedimiento que ella ha evitado repetir. En su caso, una de las cosas que resultarían fundamentales es que los participantes solo harían el experimento una vez. Eso evitaría que se pudieran autogestionar y que así no influyeran en los resultados.
Por la situación pandémica, el equipo al frente del proyecto hizo la investigación online. Trabajaron con 400 voluntarios a los que se les sometió a cinco pruebas distintas. Las cuatro primeras coincidieron en un ejercicio de imaginación pura, pero en la quinta incorporaron una imagen débil sobre la pantalla de líneas que habían estado viendo en los casos anteriores. Luego tuvieron que valorar si lo que habían visto fue realidad o producto de su imaginación. Para bien o para mal, no revivió el efecto Perky, sino que consiguió unos resultados distintos. Los participantes hablaron de cómo la última imagen les había parecido más real.
Posteriormente hicieron una segunda ronda con otros participantes y a estos no les hicieron la trampa de Perky, sino que mantuvieron las cinco pruebas iguales. Al final llegaron a una conclusión similar: quienes vieron las imágenes más claras se decantaron por pensar que era algo producto de la realidad y no de la imaginación.
Tras eso, analizaron resultados de estudios previos y escáneres cerebrales para ver cómo actuaba el cerebro bajo distintas situaciones y estímulos. Descubrieron que, indudablemente, hay un sistema en el cerebro que se ocupa de regular la diferencia entre lo real y lo imaginado. Es un umbral de la realidad en el que todo lo que pasa por el cerebro se somete a juicio. Si lo pasa o no determina si lo que se está viendo es real o producto de la imaginación. Pero todavía tienen dudas y aspectos que investigar. Por ejemplo, saben que la nitidez que tenga la imagen que se forma en el cerebro influye en que pueda superar o no el umbral de los límites de la realidad. Pero no saben qué es lo que determina esa viveza que tienen las imágenes mentales.
Algunas de las ideas posibles a las que recurren como candidatas incluyen un neurotransmisor o que se produzca algún tipo de cambio en las conexiones neuronales. No obstante, es pronto para saberlo. Y creen que, sobre todo, tienen que llegar a pensar en nuevas pruebas que puedan hacer a los participantes de estos estudios. Porque en 1910, cuando pocas personas conocían la existencia de un proyector, era más fácil hacer un ejercicio como este que en nuestra época, en la que la sociedad es radicalmente diferente.
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